13.11.06

"Odisea en la cocina"

Toda una sofisticada fiesta en una casa donde los almanaques eran Naques de Almas y mordían las cortinas de la casa, amenazando la continuidad de las rutinas instaladas corrientemente en las demás viviendas. Su vida había comenzado a funcionar de esa forma. El calibre de su historia había dejado de tener milímetros, días, semanas, meses y años.
En las alacenas acumulaba personajes inverosímiles, comparados con la verosimilitud de un paquete de azúcar o una lata de cacao en su lugar.
Por lo general, aguardaba con ansias hasta las 5, para recrear la mismísima tiranía a través de un té junto a la Corte Real. Preparaba repertorios de superficialidades monárquicas y los calibraba junto a solapas que, al lado de cada soldado del ejército de vajillas de porcelana, indicaban la justa palabra del mismo deber.
Su mundo no prescribía materiales tangibles, su material era el injerto que podía soñar durante el descanso.
A veces, al levantarse llorando, se encontraba en medio de un funeral. Con flores en la mano. Rodeado de gente. Cómodamente instalado en lo que parecía ser un barnizado cajón individual.

ANALÍA

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