19.3.07

Discusión.

Nene malo: - ¡Nena! No me vengas a joder a mí, que en mis épocas mozas fumaba marihuana mientras leía el Ser y Tiempo de Heidegger.
Nena buena: - Eso no es nada. Yo leo a Neruda bajo la lluvia, y lo leo mientras pueda, mientras las hojas estén lo suficientemente secas como para no pegarse. Cuando se pegan...busco otro y sanseacabó.

Se midieron y no se dijeron nada más. Lo que seguía era un silencio que despertaba a los fantasmas con despecho y cobardía. Ese silencio no duró mucho...

Nene malo: - Busco el respaldo anónimo de una ceguera, la pérdida de los lapidarios vaciamientos, y un poco de soma, por si las dudas...

Va encarándolo de otra manera. No parece que haya sugestión, no creo que sea eso...

Nene malo: - ¿La nobleza del tiempo? ¿Su dignidad como imperecedero? ¿Un puesto en la metafísica de algún salvaje racionalista? ¿Tiempo? ¿Lo querés?
Nena buena: - Hay un poco de vidrio en mis intenciones. Como haciendo una comba de neuroactividad, así se paseará en un campo con lo salvaje puesto de poncho. Como diciendo algo. O no sé...
Nene malo: - Los duraznos son para comprenderse. Sus huellas pueden volver a pisarse otra vez como en el colmo de lo maquinal, como tragando una peluca de fuego, como gritando ¡Basta! ¡Basta!
Nena buena: - Los nadies se superpusieron cuatro veces, tomalo como una identidad. Hay que venir dilucidando el ruido para no venir nunca más.
Nene malo: - La Enciclopedia Británica no dice eso...yo lo dudaría, o al menos lo pensaría dos veces...
Nena buena: - ¡Acordate que esa es la comida que dispensa su majestad! Tendrá alguna alfombra cara que dilapidar, una blasfemia que callar y una docena de condenas que cumplir.

La retrospección fue un éxito parcial, ya que no los devuelve del todo. Que no hayan levantado la voz, eso tiende a concluir en cualquier momento, con un poco de suerte ni los vemos cachetearse hasta cagarse de risa y vomitar moretones en los brazos. La vigilia se hace costumbre y cuenta indiscreciones balanceadas.

Nene malo: - Podrías trabar la puerta, trabá la puerta con el libro ese de tapas duras. Sí, ése. El que dice “Borges-Obras completas”. Quizá así nos salvamos de los laberintos frecuentes que se disponen en hilera, atados entre sí con hojas de un tono invariable. Una conferencia para evitar, si la lluvia nos deja. Así que tu “parate” es la lluvia, la enemiga de los finales –decí la verdad, leés Neruda bajo la lluvia para no terminarlo nunca.
Nena buena: - Gritá todo lo que quieras. La sinfonía de violines que piensan y ese piano que no se distingue desde las enredaderas, no me sirven. Un poco de sinceridad, pelotudo, no entendés nada. Lo leo bajo la lluvia para no leer el comienzo: el primer poema siempre es el más difícil, el más empecinado con la lectura racional, como si lo fuera. A veces me costaría saber el orden de los poemas. Se combinan y discuten entre ellos. Algunos mueren en el camino y no los puedo leer porque están mojados. Las rodillas raspadas hacen llorar a los poemas, Parecen niños que tropiezan en la vereda, sobre la arena. Con esas arenitas que se esconden bajo la sangre que se precipita por los contornos y que generan vocativos e interjecciones políglotas.
Tomá, trabá la puerta de una vez...
Nene malo: - ¡Para! ¡No lo tirés aho...!

Libro pesado que vuela con velocidad. Forma de la curva que describió la trayectoria: casi una recta. Destino final: un plato de porcelana con una milanesa con puré de papa y mayonesa. Las obras completas sirvieron de guarnición.

Nena buena: - ¡Ja! ¡Qué menú que te preparé! ¡Parece mentira!
Nene malo: - ¡No, idiota! ¡Ahora hay puré en “Ficciones”! ¿Te das cuenta de que sos una hereje?
Nena buena: - Lo justo y necesario. Tampoco te tiraría uno de Cortázar. Te llenaría el plato de sangre, quizá después te comés el cadáver de Rocamadour, y no da... Con eso que te tiré quizás inventás una receta , con metafísica apoteótica del que lo escribe, y mayonesa, como para variar la frecuencia de las manchas de café y de mate. Es un catálogo de mis meriendas durante un mes. Podrías sacar mis hábitos alimentarios de sus hojas. Verías –mirá qué curioso- cómo van disminuyendo mis ingestas para dar paso a una anemia de pálidas hojas sin manchar.
Nene malo: - ¿La anemia del libro paralela a tu anemia? ¿No serás él en algún momento, no te embarcarás en el Olimpo de su escritura para conquistar la eternidad?
Nena buena: - La eternidad está en las cosas. Devienen futuros en un ataque de conveniencia. La eternidad se mueve, y después calla. A ese silencio lo llamamos, no sin el cariño que se merece, “el ahora”...

Sergio A. Iturbe
14/03/07
(4:35 A.M.)

Post scriptum: parece una premonición: firmo esto y se larga una tormenta borgiana, de esas que manda desde el Olimpo...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Las palabras que se escriben parecen ser un tanto más claras que las preguntas no hechas, por no intervenir los humores del silencio, ante todo. De repente aparece un chico mala con una chica bueno, no termina de cuajar lo real..., pero siempre superando eso, o cayendo en el intento (como si los intentos fueran vuelos solamente), me trago una peluca de fuego más para acelerar el tiempo del vómito discursivo, al cual, precisamente hoy, temo.

Un libro de Borges con anemia no es tan pernicioso como parece, se prestará a lectores más pálidos, colores de otoño y el sabor, siempre autónomo, habrá quedado intervenido por las fibras sintéticas de la peluca...nada que hacer (ya de resignación inhumana hablo). Sobre la eternidad, que te he dicho promisoriamente algo, me reformulo la idea para concederle a la muy inquieta, la categoría de caballo salvaje montado por los cuatro nadies del apocalipsis que en el presente no callan nada, no tienen por qué callar, ni quedarse quietos...nadie hace relinchar el horse power a cada instante. Y me vuelvo idealista para negar a la nena otra vez, la eternidad-no-puede-estar-en-las-cosas, uno tiene "cosas", determinadas, selectas, apropiadas hasta el hueso, y a eso se puede dar en llamar lo eterno con demasiada prepotencia; para no creer que se va a acabar cuando la parca nos destituya y sanseacabó...como una hoja mojada que no se puede leer más. Tal vez me reduje a lo íntimo en la percepción de cosa, pero la palabra ya viene tan personificada (hay cosas que se aman, etc.) que hasta la quiero suprimir por un tiempo.

Por lo demás, un Rocamadour al limón, no vendría mal, total ya murió y hay que saber aprovechar bien los cadáveres. Si te viene en mente preparar uno, me acercaría a tu mesa con un pedacito de pan para probarlo, si te animás a beber esa sangre, sólo sería la confirmación de que mi amigo es un vampiro...nada sorprende a los deudos de la coherencia posmodernos y decadentes.

Y, como siempre, los pronósticos se caen en grandes diluvios, tal vez la tormenta borgeana, por su mismo acelerar ritmos del ánima, te invite un paseo por el Olimpo...pero no creo que sea eterno.

Quería que esto te llegara al Mediodía, pero el mediodía llegó primero...no hay nada que una Enciclopedia Británica no salve, o ella no se salvará de nada, que es lo más peligroso para los pentagramas perversos de que se compone.

También quise jugar un poco a reubicar los vocablos acá, nada serio.

Un beso, que le sea leve, "ninio", nada más.

ANA

Anónimo dijo...

"La Enciclopedia Británica no se salvará de nada ni de Nadie", agrego a esa parte...