23.5.07

Ulysses (James Joyce) Fragmento 2 ( Cap. 2 -In fine)

-Fíjese en lo que digo, señor Dédalus -dijo-. Inglaterra está en manos de los judíos. En todos los lugares más elevados: en sus finanzas, en su prensa. Y son la señal de la decadencia de una nación. Dondequiera que se reúnen, se comen la fuerza vital del país. Les estoy viendo venir desde hace unos años. Tan cierto como que estamos aquí, los mercachifles judíos ya están en su trabajo de destrucción. La vieja Inglaterra se muere.

Se alejó con pasos rápidos, y sus ojos adquirieron una vida azul al pasar por un ancho rayo de sol. Dio media vuelta y volvió otra vez.

- Se muere -dijo- si es que no se ha muerto ya.

De la ramera el grito, por las calles,
teje el sudario a la vieja Inglaterra.


- Un mercachifle -dijo Stephen- es uno que compra barato y vende caro, judío o gentil, ¿no es verdad?

- Han pecado contra la luz -dijo gravemente el señor Deasy-. Y se les ven las tinieblas en los ojos. Y por eso van errando por la tierra hasta el día de hoy.

(...)

- Los caminos del Creador no son nuestros caminos -dijo el señor Deasy-. Toda la historia se mueve hacia una gran meta, la manifestación de Dios. (ver relación con http://otrasmuertes.blogspot.com/2007/03/propsito-del-suicidio-fragmento-de-los.html)

(...)

El señor Deasy se detuvo, respirando fuerte y tragando el aliento.

- Sólo quería decir -dijo-. Irlanda, dicen, tiene el honor de ser el único país que nunca ha perseguido a los judíos. ¿Lo sabe? No. ¿Y sabe por qué?

Frunció severamente el ceño hacia el aire claro.

- ¿Por qué, señor Deasy? -preguntó Stephen, empezando a sonreir.

-Porque nunca los dejó entrar -dijo el señor Deasy, solemnemente.

Una bola de tos de risa saltó de su garganta, llevando detrás a rastras una traqueteante cadena de flemas. Se volvió deprisa, tosiendo, riendo, agitando en el aire los brazos elevados.

- Nunca los dejó entrar -volvió a gritar a través de su risa, mientras sus pies con botines pateaban la gravilla del sendero-. Por eso.

Sobre sus sabios hombros, a través del ajedrezado de hojas, el sol lanzaba lentejuelas, monedas danzantes.


No hay comentarios.: