28.5.07

Ulysses (James Joyce) Fragmento 3 (Cap. 5) La Comunión...


El frío olor de la piedra sagrada le llamó. Pisó los gastados escalones, empujó la puerta con resorte y entró suavemente por detrás.

Algo en marcha: alguna ceremonia. Lástima tan vacío. Bonito sitio discreto para tener alguna chica próxima. ¿Quién es mi prójima? Atestado a la hora de música solemne. Aquella mujer en la misa de medianoche. Séptimo cielo. Mujeres arrodilladas en los bancos con escapularios carmesí en el cuello, las cabezas inclinadas. Un grupo de ellas arrodilladas ante la balaustrada del altar. El sacerdote pasaba por delante de ellas, murmurando, sosteniendo la cosa en las manos. Se detenía ante cada una, sacaba una comunión, le sacudía alguna que otra gota (¿están en agua?) y se la ponía limpiamente en la boca. El sombrero y la cabeza se inclinaban. Luego la siguiente: una vieja diminuta. El sacerdote se inclinó para ponérselo en la boca, todo el tiempo murmurando. Latín. La siguiente. Abre la boca y cierra los ojos. ¿Qué? Corpus. Cuerpo. Cadáver. Buena idea el latín. Los deja atontados primero. Asilo para agonizantes. No parece que lo mastiquen: se lo tragan solamente. Idea rara: comer pedacitos de cadáver, por eso lo entienden los caníbales.

(...)

Estaban alrededor de él acá y allá, con las cabezas aún inclinadas en sus escapularios carmesí, esperando a que se les fundiera en el estómago. Algo como esos mazzoth: es esa clase de pan, panes de la presentación sin levadura. Míralas. Ahora apuesto a que las hace sentirse felices. Chupachup. Sí que las hace. Sí, lo llaman el pan de los ángeles. Hay detrás de eso una idea muy grande, una especie de sensación de que el reino de Dios está dentro de uno. Primeras comuniones. Abracadabra a penique el trozo. Luego se sienten todos como una reunión de familia, lo mismo que en el teatro, todos en el mismo embarque. Sí que se sienten. Estoy seguro de que sí. No tan solos. Es nuestra confraternidad. Luego salen como emborrachados. Sueltan presión. La cosa es si uno realmente cree en ello. La curación en Lourdes, aguas de olvido, y la aparición de Knock, estatuas sangrando. Un viejo dormido junto a ese confesionario. De ahí esos ronquidos. Fe ciega. A salvo en brazos del reino futuro. Adormece todo dolor. Despiértense a esta hora el año que viene.

(...)

Suponte que perdiera el alfiler de las. No sabría qué hacer. Calva por detrás. Letras en la espalda. ¿I.N.R.I.? No: I.H.S. Molly me lo dijo una vez que se lo pregunté: Ingratos Hemos Sido. O no: Inocente Ha Sufrido. ¿Y lo otro? Inocente Nos Restituyó Inmortalidad.

(...)

El sacerdote enjuagaba el cáliz: luego se echó adentro los restos limpiamente. Vino. Hace más aristocrático que por ejemplo si bebiera lo que ellos están acostumbrados, cerveza Guinnes o alguna bebida no alcohólica el bitter Wheatley de Dublín o el ginger ale (aromático) de Cantrell y Cochrane. No les da nada de él: vino de presentación: sólo lo otro. Triste consuelo. Piadoso engaño pero con mucha razón: si no no harían más que venir viejos borrachos a cuál peor, a echar un trago. Es extraño toda esta atmósfera del. Muy bien. Perfectamente bien, eso es.

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