15.7.07

Abismo-Noche-lo Lúgubre.


El hecho es puramente fortuito. Un acantilado en mi haber parecía contener la inmutabilidad, la contemplación de lo ilusorio de la materialidad.
El acantilado es la pared sur, que mira ciclópeamente, vaciando la percepción.
Hay problemas con la atribución, con la muerte, con los límites. La muerte convence, y no es que alguien pueda elegirlo.
Una familia ilusoria (sí, las convenciones son performativas), tan ilusoria como el hecho de que puedo decir algo al respecto.
Es melancólica la reseña porque no se compadece, porque la familia en cuestión es tanto ilusoria como interrogativa. Lo que se presenció es vacuo, pero palpable. Viento.
Un fanático de la trascendencia, una manía que no aplaca corrupciones del todo unívocas.
Se me figura el padre -que sería, en rigor, la familia- arropando por años a sus siete hijos, acariciándolos, besando sus frentes putrefactas, dándoles de comer en la boca, leyéndoles historias absurdas que harían pensar en un panficcionismo deliberado, una metaliteratura.
Los diarios locales lo recuerdan, en un sepia muerto, como uno de los colmos sintomáticos de una psicología trascendental, como "La Peste", pero algo más comprometida con la propia ficcionalidad, con los álamos que abrazan el recinto. Una trascendencia mitigada por una esquizofrenia semiológica: lo ilusorio no son los cuerpos ni pensar que sólo duermen, sino la melancolía de pretender que la peste -una grieta en los álamos- no se signifique en soledad, que la atribución de conciencias sea unilateral.
Hay un informe que no logré rastrear en ningún tratado de psicopatología, se acerca a una literaturización de la causalidad eficiente aplicada a una crónica policial. Confirmé la hipótesis de una esquizofrenia anómala, una que no obedece a los olores (cuestión que no está presente en ninguna variante de la enfermedad).
Si la toxicidad se desprendiera de emanaciones fétidas no percibidas, habría que postular a la toxicidad como una realidad no avizorable. Pretendió otorgarle status científico a un longevismo literario protoborgiano. No me sorprendió: la literatura en prosa debe justificarse. Veo una vinculación tentre la prosa y la justificación; entre la poesía y el dogma emotivista, "percepcional".
Filosofía-Literatura-Poesía-Silencio-Nada.
Nueve habitaciones sostenidas por columnas que quieren ser dóricas. Veo al padre recorriendo los pasillos, abriendo y cerrando puertas; la muerte (la única muerte) de su esposa haciendo sobrar una habitación, ya preparada para el día eterno del never-more.
Never-ever-éter-eternidad. Abgrund-Nacht-Morge.
Lo veo paseando ausente por la rivera de un río posible. Hay un olvido ritual que embarga al desposeído de la alteridad. Una cara manchada por los jugos cadavéricos. Olor lacrimoso.
Trasnocha en una realidad que todavía no es cronicable, condenada al lúgubre abismo que da la noche azul pena.
Las enredaderas posesivas se aferran a una mundanidad impenetrable.
La muerte aumenta las dimensiones de un pórtico.
Pórtico de la entrada principal deja poseerse por verde absurdo hojas.
Las habitaciones se acostumbran a la corrupción debajo de las sábanas: uno, dos, siete cuerpos hijos incrustados en tejidos antes ajenos.
Tres diarios recrearon el acontecimiento, de manera literaria (¿Cómo, si no?). No acuerdan en los años necesarios para terminar en tales despojos hígados, arropados y alimentados con el sumo cuidado paternal, sobreprotección de vísceras licuadas, desear los requisitos de un pulso vital, muchos factores para manejar manualmente. Con cuidarlos del frío y con alimentarlos se asegura la existencia de lo único otro que ya se fue. ¿Se fue? ¿Arropaba a cadáveres, a sus hijos, o a los agentes descomponedores en manuales de Ciencias Naturales?
Todavía se nota en los informes forenses cierta magnanimidad en la derrota, se puede determinar el tiempo casi exacto en que se murió casi cualquier cuerpo.
Pero hay otros factores: los siete cuerpos yacían casi momificados, cuidados como si fueran enfermos convalecientes.
"Pasada la semana, una chispa hubiera hecho estallar la estancia, las ventanas permanecieron siempre cerradas: el gas metano debería haber sido insoportable hasta la asfixia".
"Los forenses no han podido precisar el tiempo de los decesos, pero oscila entre siete y diez años".
"Se calcula que la enfermedad de uno de los niños pudo desencadenar la enfermedad de los demás, pero no se explica que una persona haya pasado en medio de siete apestados sin contagiarse".
"Sólo el convencimiento del bienestar (ilusorio) de los cadáveres pudo sostener a una persona en la salud más plena y consciente".
Se especuló acerca de un posible homicidio múltiple agravado por el vínculo, por paternidad, por filiación.
Siempre se le negó naturalidad al hecho. Los medios fueron consecuentes con sus manías.
Me censura la autocrítica, pero no hay vuelta: el hecho es puramente fortuito.
(Nota del editor: las cuatro citas -entre comillas- están sacadas de cuatro diarios locales. "El matutino", "La Vertiente", "La realidad hoy" y "El Consejero", respectivamente. Los dos primeros son diarios ilusorios, los restantes son sólo posibles).
Sergio A. Iturbe
14/07/07

4 comentarios:

Gabriel dijo...

las vicisitudes de la efímera fortuna , marca los acontecimientos en una atmosfera cargada de espanto, un crimen irracional, algo prohibido y dramaticamente comprensible.


un buen terreno de exploracion.

Serj Alexander Iturbe dijo...

¿Crimen irracional? Qué loco, no se me hubiera ocurrido leerlo de esa manera: pareciera que el narrador reniega de esa hipótesis, pero sólo el narrador piensa eso, la cuestión se torna inefable, con esto de la Nada que hay en el medio de las personas...

Petra von Feuer dijo...

"El hecho es puramente fortuito". No importan los siete cadáveres, ni si su eventual proceso de momificación comenzó con el crepitar interno de la enfermedad o con violencias mas ruidosas y aceleradas, sino las sombras que tiemblan sobre, debajo y entre las sábanas y que llevan de la mano sus chillidos hacia cada una de las nueve habitaciones. Abgrund, nacht o morge. Cualquiera de los tres, los tres o quizás ninguno. O la mismísima esquizofrenia semiológica, que bien podría ser el paquete que envuelva la tríada. Yes, indeed...

Gabriel dijo...

un crimen irracional, ... 7 cuerpos inertes descomponiendose en el aire, siendo mantenidos y cuidados, algo que supera la logica de entendimiento humano, seguramente corresponde al estudio psicopatologico del asunto. en realidad parece no haber crimen, pero la profanacion de cadaveres es considerado uno.