28.3.07

1984 (George Orwell) Fragmento...

Con frecuencia se entregaban ambos a ensueños de fuga. Se imaginaban que tendrían una suerte magnífico por tiempo indefinido y que podrían continuar llevando aquella vida clandestina durante toda su vida natural. O bien Katharinemoriría, lo cual les permitiría a Winston y Julia, mediantes sutiles maniobras, llegar a casarse. O se suicidarían juntos. O desaparecerían, disfrazándose de tal modo que nadie los reconocería, aprendiendo a hablar con acento proletario, logrando trabajo en una fábrica y viviendo siempre, sin ser descubiertos, en una callejuela como aquélla. Los dos sabían que todo esto eran tonterías. En realidad no había escapatoria. E incluso el único plan posible, el suicidio, no estaban dispuestos a llevarlo a efecto. Dejar pasar los días y las semanas, devanando un presente sin futuro, era lo instintivo, lo mismo que nuestros pulmones ejecutan el movimiento respiratorio siguiente mientras tienen aire disponible.

23.3.07

No more tears (gritos nocturnos e inefables)

Hay un problema en esta manera de escribir: uno convalece hasta que la hoja se termina, hasta que resplandece el propio ánimo como para desesperar y prometer otros infiernos de contratapas que oscurecen ante la mirada del otro, como ante una pecera manifiesta en uno de sus componentes, como valiéndolo en un pestañear de calamidades, espeleologías zoológicas, aumento de la propiedad rural y la preponderancia de un manifiesto…
En un tiempo muy remoto, perdido sin querer bajo la frazada del quizás pueda ser, se remonta la historia de los desdenes. Desde necesidades, desde Nescafé, desde-nes. Aseguro la intemperancia del tiempo, se liquidan vanas hacia otra madriguera, rodeándolo.
Pernoctarán los conceptos hasta comunicar, eternidades sin dormir buscando su referente, su peregrinar por la celulosa es una intención tallada por lo que se supone. No creas en los papeles que se vuelan, no sufras porque las hojas se escapan de la encuadernación.
Sería sufrir por la potencialidad del infinito, sobre los planeamientos que envuelven a la muerte, por pseudónimos que no se van a conocer, ridículo ponerle un pseudónimo a un cadáver, irrisoria la soledad subterránea, pilas de diarios que ya volaron como la bruma oscura. La pretensión de un artefacto, la apriorística postulación de una sustancia, se debilitan para degradarlo, se yuxtaponen para la homologación a otro.
Fijate en la luz que inunda la posteridad, una estadística de discriminación de anteproyectos, la perorata de un accidente, la anguila eléctrica en la depresión, con palacios de intenciones, de participaciones.
La lluvia tendría que caer más fuerte, no es cuestión de eliminar el dolor porque sí, porque a una física no planificada se le ocurre. La lluvia cae y no duele, la miseria en la cuenca de la mano con gotas, apelando a la erradicación de precipitaciones pusilánimes.
Llega el momento que se dispone fuera del tiempo, como toda adquisición de debilidades, y le nefrega la casualidad de pertenecer a ese otro que no obedece, que se cree libre y actúa en consecuencia, al que lo desfavorece la actual precomprensión de las cosas, como la utilización de un verbo en decadencia, por sustantivarse, por cristalizarse en la manera objetiva de suponer el movimiento.
Si tuviera que escribir acerca de la materia, te diría que química, que esto está mal y que me desagrada lo que sos.
Tengo la melancolía en pretéritos circunstanciales, en un circo trivial con mimos que rara vez se observan. Una cobardía, un subtítulo, una frenada moral a tiempo, la remanencia de un final, la colaboración de la tapas.
La decadencia es todo un logro, fracaso de soledad. Tu recipiente se chorrea, se pierde para no volver, la moral se desvanece, me cago en la masonería, le pusieron algo a la yerba, a la bombilla, a la nostalgia ahogada.
Se mojará al principio, pero sabe nadar. No es nada que no devenga cuero de cobra, plataforma de irregularidades, pinceladas de advenimientos, y si te miento te violento.
Me violento. Viento lento. Viento en Toledo, ¡bien, Toledo!
Si pincelás una alfombra no la entenderás, se pondrá parcial, vivencial, transparencial, vaciedad de los conceptos que nos brinda la comprensión, pedofilia inversa…
Sin embargo, los gatos duermen, no gritan. Son circulares, pausan las terminales, se convierten en excentricidades, en parlamentos de deliberaciones, politiquería poética, oral y vacua.
¡Vacía!
Decidí algo, casi cuando la espalda me lo permita, al fin que tanto temía, la cadena que tanto roía, los hilos de los cuales dependía, acaban en la muerte que se desempeña por el momento.
A veces, tengo miedo que la muerte me sobreviva…

Sergio A. Iturbe
23/03/07
1:20 a.m.

(Se acaba de esfumar lo que quedaba en el concepto de comunicación efectiva…)

21.3.07

Las consecuencias se hicieron ostensibles.

Las consecuencias se hicieron ostensibles, tu cara en una vociferación ahumada de contemplaciones a-lógicas, un semantema flotando en un cubículo con diplomas y el humo que tiende hacia el reflector que voltea como arisco, como desaprobado por unos ojos que no lo quieren ver. Son cuatro ojos que no lo quieren ver, y es todo un reflector el que atrae con su elucidación la platea de conformidades en el contexto del confort habitacional, en la recámara del no-mundo que pide con clemencia la traba de una puerta, trabar la puerta con una escultura-en-potencia, el arte como propósito, como intención nunca provista de acciones prácticas, ni de hechos que lo realicen de una vez por todas, en una vez que contiene todas sus conclusiones necesarias, sus argumentos que justifiquen un humo que tiende a la luz, presión anormal, situación onírica y dioses de cosmogonías diversas.
La puerta se vuelve un poco más pared, si vale el adjetivo, un promisorio ocio que nos ve desde arriba y a vos que no te puedo creer, no te salvás de la alteridad, pero como tal.
La alteridad, esa que se hizo práctica a través de un poco de teoría impuesta y europea, no se condice con el intercambio que aplaude, el que se sobresale de mi entidad y no vuelve, no quiero que vuelva...
Vacío de un panteísmo que no sirve, se atacan las pocas reservas que quedan y se desayunan entre sí casi como evitándolo. ¿Evitar qué?
Una cortina devuelve ese azul que sabés y te denota, te dibuja de un lado, y se acabó. Eso de venir desde un desierto, no te queda, te esfumás en la arena y después se toma en consideración, se pone a disposición de la justicia personal, unos eufemismos que nos muestran veloces a la hora de encarnar un personaje y después no.
Verás un azul ni bien termines de ver esto, un azul lóbrego, inestable y hasta claro, te diría...
No temas... ya se va...

Sergio A. Iturbe

Hoy no es un buen día.

Ahora sé cómo son las cosas.
Una vez más la lámpara quedó encendida, los modales desaparecieron y el whisky se hizo un poco dueño del ambiente. Se me declaró, el muy atrevido, la desolación hace cosas terribles, eternidades borgianas en una ducha, una bañera, y un Apóstol gritando obscenidades como si existieran las malas palabras, un poco de contacto con una calle de tierra, una absorción de caracteres previsuales, y una despedida donde comienza lo otro.
Un poco de vacío -se entiende- hizo falta para descubrirlo: estoy solo. Solo. Soledad celeste, donde ni el azul ni el blanco son protagonistas, sino uno con el que se teje un poco lo que llamamos “Violencia Existencial”. Vacío premeditado –si no, no vale- y la maldita ventana que osa ver el humo que sale, destrozarlo, vestirlo de transparencia y hacer como si no existiera. Una joda, si lo pensamos bien. No queda otra. Se sabe...
Las despedidas no son para macabros, ni para incestuosos. Preferiría no preferirlo, pero si no queda otra...
Vaciar el sentido de una vociferación de tanto pronunciarla lo delata, se mofa de nuestro jueguito, el muy hijo de puta.
Es prematuro –pareciera- este mendigar luz a una ventana, no es de la clase de cosas a la que le pido utopías, por más viciosa que se plantee la falacia.
¡Bienaventurados los que no escriben, porque no ven sus pensamientos ni sus palabras impresas, diciendo cosas en una instancia en que media la caridad de poner firmas y de tomarlo como insinuado, como apoteótico, o vacilando un rato, como mormón ante adolescente lector de Nietzsche! Un truco para disfrazar el idioma de vínculos con lo trascendente, recurrencias al infinito, prevaricato impune, saliva negra de tanto escupir por la ventana.
Me respeto de a ratos, cuando miro por esa vasija de cabildos en construcción, y ya no hay nada que perder que no sean argumentos, vaciados a velocidades descomunales, vicios estériles que encarecen la existencia en un hálito como de bilis, negra de tanto humo vacío, todo vacío, nada está lleno, la saciedad como concepto, la Nada como concepto, y un ejemplar de la “Crítica de la Razón Pura” bajo el brazo, condescendiendo con el truco más desacreditado de la historia: postular una moral, y por un rato sentir la posibilidad de estar bajo las propias estrategias de enunciación, con la debida parafernalia de héroes descansando plácidamente en la bibliografía.
¿Ya te vas? ¿Te desconcierto con mi música de verdades que penden de absoluta desidia?
¿Entrarás al amanecer por un desvelo a pedir que me calle? ¡Calle usted, estúpido, que se desvela la microfísica del alarido a conciencia!
El almanaque me acaba de mostrar un mes que aborrezco, uno que se codea con las convenciones y con las personas involucradas.
Vea lo que se hace con un poco de comedia vengada, devengada de los gastos de planillas, papers de divulgación y la carne molida reventada más de lo que se podía, en una vereda de sirenas y desborde publicitario.
A veces parece un favor esto de la ventana, la pienso como si su existencia fuera necesaria, como si fuera el-motor-que-no-se-mueve-ni-a-palos, al que hay que terminar por descartar, a menos que la de...porque...se fue el aliento, lo que terminaba manteniendo a duras penas como autor de una legalidad intelectual, una ciencia de asignación de estilos, según el contexto...no te vayas a olvidar del contexto...

Sergio A. Iturbe (05/03/07)
(Dedicado involuntariamente a Ramiro Martinez, por lo premonitorio que tiene la literatura...)

19.3.07

Sin razón (Amalia Iglesias)

He interrogado hasta el amanecer al pozode las preguntas.
Es mentira que el corazónsepa decirse mejor en esa sombra.
He interrogado a la memoria y al camino,
y al cielo turbio que coagulaba dudas.
Pero no bastaba crecer en los escombros del verbo,
ni formular la cicatriz reciente.
Un paisaje de puertas: entran y salenlas mascarillas de la muerte.
Un paisaje de paredes que respiran,
de paredes taladradas por sus ojos insomnes.
Busca inútilmente el rostro y su verdad,
para que el miedoaprenda a descifrar más despacio los pasos.
Una respuesta bastaría para narcotizarla angustia,
o el sopor de ser gota a gota un espectro.
Buscas las piezas del puzzle que faltaban,
amontonas los trozos pero se quedan fuera los detalles.
Una respuesta sólo bastaría...
Pero en los pasillos de la noche sólo escuchas
ese ruido de pies acostumbrados a arrastrarse hacia los desiertos.

Boletín de cursos de primavera. (Woody Allen)

De Cómo acabar de una vez por todas con la cultura.

La cantidad de anuncios de cursos universitarios y de cursos por correspondencia para adultos que hacen su aparición diaria en mi buzón ha acabado por convencerme de que debo figurar en alguna lista especial para retrasados mentales. No es que me queje; hay algo en una lista de cursillos de perfeccionamiento que provoca mi curiosidad con una fascinación que hasta ahora sólo me había producido un catálogo de accesorios de luna de miel llegado por equivocación a mis manos desde Hong Kong. Cada vez que leo el último boletín de cursos de perfeccionamiento me vienen enseguida ganas de plantarlo todo y regresar a la escuela. (Hace muchos años, fui expulsado de la universidad, víctima de acusaciones sin pruebas, no muy distintas a las que alguna vez le endilgaron a Al Capone.) Sin embargo, hasta la fecha sigo siendo un adulto inculto e imperfecto; por eso, ahora, se me ha ocurrido redactar un boletín imaginario, primorosamente impreso, que condensa más o menos todos los boletines existentes.

Cursos de verano

Teoría económica: aplicación sistemática y evaluación crítica de los conceptos analíticos básicos de la teoría económica. Se presta especial atención al dinero y para qué sirve. Funciones productivas de coeficiente fijo, curvas de costos y de presupuestos; eso durante el primer semestre; el segundo está dedicado al gasto y a aprender cómo tener una billetera bien ordenada. Se analiza el sistema de reserva federal y se entrena a los estudiantes avanzados en el método apropiado para rellenar un formulario de depósito. Otras materias: inflación y deflación -como vestirse en cada caso, créditos, intereses, cómo hacer suspensión de pagos.
Introducción a la psicología: la teoría del comportamiento humano. Por qué a ciertos hombres se les llama "individuos encantadores" y a otros sólo se los quiere matar a palos. ¿Existe una división entre cuerpo y espíritu, y, de ser así, cuál es preferible? Se discute sobre la agresión y la rebelión. (Para aquellos estudiantes que sienten interés especial por estos aspectos de la psicología se aconseja cualquiera de los siguientes cursos de invierno: Introducción a la hostilidad; Hostilidad intermedia; Odio avanzado; Fundamentos teóricos del asco.) Se considera en particular el estudio de la conciencia como opuesta a la inconciencia, y se dan muchos consejos útiles para permanecer conciente.
Psicopatología: tiene por objeto llegar a la comprensión de obsesiones y fobias, incluyendo el terror a ser atrapado de improviso y rellenado con carne de cangrejo; de la repugnancia a devolver un servicio de tenis; y, finalmente, de la incapacidad de pronunciar la palabra mackinaw en presencia de damas. Se analiza también el impulso que lleva a buscar la compañía de castores.
Filosofía I: se lee a todos los autores, de Platón a Camus. Se estudian los siguientes temas:
- Ética: el imperativo categórico, y seis maneras para que funcione bien.
- Estética: ¿es el arte el espejo de la vida, o qué?
- Metafísica: ¿qué le pasa al alma después de la muerte? ¿Cómo se las arregla?
- Epistemología: ¿es cognoscible el conocimiento? De no ser así, ¿cómo podemos saberlo?
- El absurdo: ¿porqué a menudo la existencia es considerada absurda, en especial por hombres que usan calzado marrón y blanco? Se estudia la multiplicidad y la unicidad y cómo se relacionan entre sí. (Los estudiantes que logren la unicidad podrán pasar a la duplicidad)
Filosofía XXIX-B: introducción a Dios. Confrontación con el Creador del Universo por medio de conferencias informales y paseos por el campo.
Las nuevas matemáticas: la matemática tradicional ha sido declarada superada después del reciente descubrimiento de que durante siglos hemos escrito el número cinco al revés. Esto ha llevado a una revisión de la idea según la cual contar era un método para ir de uno a diez. Se enseña a los estudiantes los más avanzados conceptos del álgebra de Boolean, y ecuaciones que antes eran insolubles son resueltas bajo amenazas de represalias.
Astronomía fundamental: un estudio detallado del Universo y de su cuidado y limpieza. El sol, que está hecho de gas, puede estallar en cualquier momento y acabar con todo nuestro sistema planetario; se informa a los estudiantes acerca de qué puede hacer el ciudadano medio en tal caso. Asimismo, se les enseña a identificar varias constelaciones como el Gran Carro, El Cisne, Sagitario el Arquero y las doce estrellas que conforman Lúmides el Vendedor de Pantalones.
Lectura veloz: este curso aumentará la velocidad de lectura un poco más cada día hasta el final del curso; en ese momento el estudiante deberá leer Los hermanos Karamazov en quince minutos. El método se basa en echar un vistazo a la página y eliminar del campo visual todo menos los pronombres. Pronto se eliminan también los pronombres. Poco a poco se alienta al estudiante a echarse una siesta. Se disecciona una rana. Llega la primavera. La gente se casa y muere. Pinkerton ya no regresa nunca más.
Musicología III: se enseña al estudiante a tocar 'Cielito lindo' en su flauta de madera; rápidamente progresa hasta llegar a los Conciertos de Bradenburgo. Luego, lentamente, vuelve a 'Cielito Lindo'.
Cultura musical: para 'oír' correctamente una gran obra musical se debe: (1) saber el lugar de nacimiento de compositor, (2) ser capaz de distinguir un rondó de un scherzo y probarlo en la práctica. La actitud es importante. Sonreír significa malos modales, a menos que el compositor haya querido que su música fuera graciosa, como en el caso de Till Eulenspiegel que contiene numerosas bromas musicales (aunque el trombón acapara los efectos más cómicos). Asimismo, el oído debe estar entrenado, ya que se trata de un órgano que se despista con gran facilidad. La gente suele tener poco oído. Según como se colocan los auriculares estereofónicos es como si tuviesen una nariz en lugar de oreja. Otros temas incluyen: la pausa de cuatro compases y su potencial como arma política. Canto Gregoriano: cuántos monjes mantienen el ritmo.
Escribir para el teatro: todo drama es un conflicto. El desarrollo de los personajes es también muy importante. Asimismo lo que dicen. Los estudiantes aprenden que los discursos largos y aburridos son tan eficaces como los breves y divertidos que parecen cumplir con creces su cometido. Se investiga la psicología simplificada del público: ¿por qué a menudo una obra de teatro sobre un viejo personaje, llamado Gramps, capaz de inspirar ternura, no es tan interesante en el teatro como contemplar la nuca de otro espectador y tratar de que se dé vuelta? Asimismo se investigan aspectos interesantes de la historia de las tablas. Por ejemplo, antes de la invención de la cursiva, se confundían con frecuencia las indicaciones de escena con el diálogo y a menudo grandes actores se encontraban diciendo 'John se pone de pie, cruza hacia la izquierda'. Naturalmente, esto causaba grandes desconciertos y, a veces, una mala crítica. El fenómeno se analiza en detalle a fin de que los estudiantes no comentan estos errores. Texto obligado: de A.F. Shulte, Shakespeare: ¿fue él cuatro mujeres?
Introducción a la asistencia social: un curso programado para el asistente social que quiere trabajar en 'la práctica'. Los temas tratados son: cómo organizar equipos de baloncesto con bandas callejeras y viceversa; parques recreativos como medio de prevenir la delincuencia juvenil; cómo lograr que homicidas en potencia se dediquen al patinaje sobre hielo; la discriminación racial; los hogares destruidos; ¿qué hacer en caso de ser golpeado con una cadena de bicicleta?
Yeats y la higiene dental, un estudio comparativo: se analiza la poesía de William Butler Yeats en el contexto de un cuidado odontológico adecuado. (El curso está limitado a un número limitado de estudiantes.)

Discusión.

Nene malo: - ¡Nena! No me vengas a joder a mí, que en mis épocas mozas fumaba marihuana mientras leía el Ser y Tiempo de Heidegger.
Nena buena: - Eso no es nada. Yo leo a Neruda bajo la lluvia, y lo leo mientras pueda, mientras las hojas estén lo suficientemente secas como para no pegarse. Cuando se pegan...busco otro y sanseacabó.

Se midieron y no se dijeron nada más. Lo que seguía era un silencio que despertaba a los fantasmas con despecho y cobardía. Ese silencio no duró mucho...

Nene malo: - Busco el respaldo anónimo de una ceguera, la pérdida de los lapidarios vaciamientos, y un poco de soma, por si las dudas...

Va encarándolo de otra manera. No parece que haya sugestión, no creo que sea eso...

Nene malo: - ¿La nobleza del tiempo? ¿Su dignidad como imperecedero? ¿Un puesto en la metafísica de algún salvaje racionalista? ¿Tiempo? ¿Lo querés?
Nena buena: - Hay un poco de vidrio en mis intenciones. Como haciendo una comba de neuroactividad, así se paseará en un campo con lo salvaje puesto de poncho. Como diciendo algo. O no sé...
Nene malo: - Los duraznos son para comprenderse. Sus huellas pueden volver a pisarse otra vez como en el colmo de lo maquinal, como tragando una peluca de fuego, como gritando ¡Basta! ¡Basta!
Nena buena: - Los nadies se superpusieron cuatro veces, tomalo como una identidad. Hay que venir dilucidando el ruido para no venir nunca más.
Nene malo: - La Enciclopedia Británica no dice eso...yo lo dudaría, o al menos lo pensaría dos veces...
Nena buena: - ¡Acordate que esa es la comida que dispensa su majestad! Tendrá alguna alfombra cara que dilapidar, una blasfemia que callar y una docena de condenas que cumplir.

La retrospección fue un éxito parcial, ya que no los devuelve del todo. Que no hayan levantado la voz, eso tiende a concluir en cualquier momento, con un poco de suerte ni los vemos cachetearse hasta cagarse de risa y vomitar moretones en los brazos. La vigilia se hace costumbre y cuenta indiscreciones balanceadas.

Nene malo: - Podrías trabar la puerta, trabá la puerta con el libro ese de tapas duras. Sí, ése. El que dice “Borges-Obras completas”. Quizá así nos salvamos de los laberintos frecuentes que se disponen en hilera, atados entre sí con hojas de un tono invariable. Una conferencia para evitar, si la lluvia nos deja. Así que tu “parate” es la lluvia, la enemiga de los finales –decí la verdad, leés Neruda bajo la lluvia para no terminarlo nunca.
Nena buena: - Gritá todo lo que quieras. La sinfonía de violines que piensan y ese piano que no se distingue desde las enredaderas, no me sirven. Un poco de sinceridad, pelotudo, no entendés nada. Lo leo bajo la lluvia para no leer el comienzo: el primer poema siempre es el más difícil, el más empecinado con la lectura racional, como si lo fuera. A veces me costaría saber el orden de los poemas. Se combinan y discuten entre ellos. Algunos mueren en el camino y no los puedo leer porque están mojados. Las rodillas raspadas hacen llorar a los poemas, Parecen niños que tropiezan en la vereda, sobre la arena. Con esas arenitas que se esconden bajo la sangre que se precipita por los contornos y que generan vocativos e interjecciones políglotas.
Tomá, trabá la puerta de una vez...
Nene malo: - ¡Para! ¡No lo tirés aho...!

Libro pesado que vuela con velocidad. Forma de la curva que describió la trayectoria: casi una recta. Destino final: un plato de porcelana con una milanesa con puré de papa y mayonesa. Las obras completas sirvieron de guarnición.

Nena buena: - ¡Ja! ¡Qué menú que te preparé! ¡Parece mentira!
Nene malo: - ¡No, idiota! ¡Ahora hay puré en “Ficciones”! ¿Te das cuenta de que sos una hereje?
Nena buena: - Lo justo y necesario. Tampoco te tiraría uno de Cortázar. Te llenaría el plato de sangre, quizá después te comés el cadáver de Rocamadour, y no da... Con eso que te tiré quizás inventás una receta , con metafísica apoteótica del que lo escribe, y mayonesa, como para variar la frecuencia de las manchas de café y de mate. Es un catálogo de mis meriendas durante un mes. Podrías sacar mis hábitos alimentarios de sus hojas. Verías –mirá qué curioso- cómo van disminuyendo mis ingestas para dar paso a una anemia de pálidas hojas sin manchar.
Nene malo: - ¿La anemia del libro paralela a tu anemia? ¿No serás él en algún momento, no te embarcarás en el Olimpo de su escritura para conquistar la eternidad?
Nena buena: - La eternidad está en las cosas. Devienen futuros en un ataque de conveniencia. La eternidad se mueve, y después calla. A ese silencio lo llamamos, no sin el cariño que se merece, “el ahora”...

Sergio A. Iturbe
14/03/07
(4:35 A.M.)

Post scriptum: parece una premonición: firmo esto y se larga una tormenta borgiana, de esas que manda desde el Olimpo...

5.3.07

A propósito del suicidio (Fragmento de "Los Demonios" de Fiodor Dostoievsky)


- ¿Qué es, en su opinión, lo que contiene a la gente del suicidio? -inquirí.

Kirílov se miró distraído, cual si tratara de recordar el tema de nuestra conversación


- Yo... yo sé muy poco todavía. Dos prejuicios la contienen, dos cosas, sólo dos: una muy pequeña, y la otra muy grande; pero también la pequeña es muy grande.

- ¿Cuál es la pequeña?
- El dolor.
- ¿El dolor? ¿Estan trascendental el dolor... en este caso?
- Es lo principal. Hay dos géneros: el de los que se suicidan a causa de una pena muy honda, o por ira, o por demencia, o porque todo les da lo mismo... Esos se matan de un golpe. Piensan poco en el dolor, y todo es repentino. En cambio, los que se dan muerte por raciocinio piensan mucho.
- Pero ¿hay quien se mata por raciocinio?
- Muchísimos. De no existir los prejuicios, serían más; muchos más; todos.
- ¿Dice usted todos?

Kirílov no respondió.

- ¿Es que no hay manera de morir sin dolor? -pregunté.
- Imagínese -repuso, deteniéndose ante mí-, imagínese una piedra del tamaño de una enorme casa, que pendiera sobre su cabeza. Si se le cayera encima, ¿le dolería?
- ¿Una piedra del tamaño de una casa? Verdaderamente, da miedo.
- No me refiero al miedo. Le pregunto si le dolería.
- ¿Una piedra como una montaña, de un millón de puds? Naturalmente, no me causaría dolor alguno.
- Bien; pero colóquese de verdad y mientras tenga la piedra sobre la cabeza sentirá usted un miedo horrible, lo cual es doloroso. Hasta el primer científico, hasta el más eminente doctor, todos, todos tendrán miedo. Aunque sepan que el golpe no les dolerá, cada cual se horrorizará pensando que le va a doler.
- Bueno, ¿y cuál es el segundo motivo, el que usted considera grande?
- El otro mundo.
- Es decir, el castigo...
- Da igual. El otro mundo. Sólo el otro mundo.
- ¿Acaso no hay ateos, que no creen en absoluto en la existencia del otro mundo?

Kirílov volvió a guardar silencio.

- ¿Tal vez juzga por sí mismo?
- Nadie puede juzgar más que por sí mismo -profirió, sonrojándose-. La libertad completa existirá cuando sea in¡ndiferente vivir o no vivir. Ése es el fin de todo.
- ¿El fin? Pero es que entonces quizá nadie quiera vivir.
- Nadie -repuso decidido.
- El hombre teme a la muerte porque ama la vida -observé-. Así lo entiendo yo, y así lo tiene ordenado la naturaleza.
- Esa es una ruindad, y ahí está todo el engaño -refulguieron sus ojos-. La vida es dolor, la vida es miedo, y el hombre es un desdichado. Hoy todo es dolor y miedo. El hombre ama la vida porque ama el dolor y el miedo. Y así lo han hecho. La vida se interpreta hoy como dolor y miedo, y ahí reside todo el engaño. El hombre de hoy no es todavía el que debiera ser. Surgurá un hombre nuevo, feliz y orgulloso. Aquél a quien le dé igual vivir o no vivir será el hombre nuevo. Quien venza el dolor y el miedo a Dios. Y el otro Dios no existirá.
- Luego, según usted, el otro Dios existe.
- No existe, pero existe. Una piedra no encierra dolor, pero el miedo a la piedra sí lo encierra. Dios representa el dolor del miedo a la muerte. Quien venza al dolor y al miedo será Dios. Entonces nacerá una vida nueva, entonces un hombre nuevo, todo nuevo... La historia se dividirá en dos partes: desde el gorila hasta la destrucción de Dios y desde la destrucción de Dios hasta...
- ¿Hasta el gorila?
- Hasta la transformación de la tierra y del hombre físicamente. El hombre será Dios y cambiará físicamente. Y el mundo cambiará, y las cosas cambiarán, y las ideas, y todos los sentimientos. ¿Qué opina usted? ¿Cambiará entonces físicamente el hombre?
- Si va a dar igual vivir o no vivir, todos se suicidarán, y acaso sea ése el cambio que se produzca.
- No importa. Matarán el engaño. Quienquiera que desee la libertad máxima, debe perder el miedo al suicidio. Quien se atreva a darse muerte, descubrirá el enigma del engaño. Más allá de eso no hay libertad; en eso está todo, y más allá no hay nada. Aquel que tenga fuerza para suicidarse será Dios. Cualquiera puede hacer ya que no haya Dios y que no haya nada. Pero nadie lo ha hecho ni una sola vez.
- Ha habido millones de suicidas.
- Pero no con el fin que yo digo; todo ha sido por temor, no para matar el miedo. Quien se suicide con el solo objeto de matar el miedo se convertirá inmediatamente en Dios.
- Puede que no le dé tiempo -objeté.
- Da lo mismo -respondió en voz baja, con serena altanería, punto menos que con desprecio-. Lamento que usted, al parecer, lo tome a broma -añadió tras una pausa de medio minuto.

4.3.07

El Gran Jefe (Para acabar con las novelas policíacas) Woody Allen.

Estaba sentado en mi oficina limpiando el cañón de mi 38 y preguntándome cuál sería mi próximo caso. Me gusta ser detective privado. Cierto, tiene sus inconvenientes, me han dejado más de una vez las encías hechas papilla, pero el dulce aroma de los billetes de banco tiene también sus ventajas. Nada que ver con las mujeres, que son una preocupación menor para mí y que coloco, en mi escala de valores, justo antes del acto de respirar. Por eso, cuando se abrió la puerta de mi oficina y entró una rubia de pelo largo llamada Heather Butkiss y me dijo que era modelo y que necesitaba mi ayuda, mis glándulas salivares se pusieron a segregar desaforadamente. Llevaba una minifalda y un jersey ajustado, y su cuerpo describió una serie de parábolas que habrían podido provocar un ataque cardíaco a un buey.
- ¿Qué puedo hacer por ti, muñeca?
- Quiero que encuentre a una persona.
- ¿Una persona perdida? ¿Has hablado con la policía?
- No exactamente, señor Lupowitz.
- Llámame Kaiser, muñeca. Pues bien, ¿de quién se trata?
- Dios.
- ¿Dios?
- Así es, Dios. El Creador, el Principio Universal, el Ser Supremo, el Todopoderoso. Quiero que usted me lo encuentre.
Ha desfilado ya por mi oficina más de un buen bocado, pero, cuando una chica está tan buena como ésta, uno debe escucharla hasta el final.
- ¿Por qué?
- Kaiser, eso es asunto mío. Usted ocúpese de encontrarlo.
- Lo siento, bombón. No has dado con el tipo adecuado...
- Pero, ¿por qué?
- ... a no ser que me des toda la información –dije poniéndome de pie.
- Está bien, está bien –dijo ella y se mordió el labio inferior. Enderezó las costuras de sus medias, gesto hecho evidentemente para mí, pero, cuando trabajo, trabajo, y no era el momento de andarse con tonterías.
- No nos apartemos del tema, nena.
- Bueno, la verdad es... que en realidad no soy modelo.
- ¿No?
- No. Tampoco me llamo Heather Butkiss. Soy Claire Rosensweig, y estudio en Vassar. Filosofía. Historia del pensamiento occidental y todo eso. Tengo que entregar un trabajo en enero. Sobre religión occidental. Todas las chicas de la clase entregarán estudios teóricos. Pero yo quiero saber! El profesor Grebanier dijo que si alguien descubre la Verdad puede llegar a aprobar el curso. Y mi padre me prometió un Mercedes si apruebo con sobresaliente.
Abrí un paquete de Lucky, luego otro de chicle, y mastiqué el cigarrillo y fumé el chicle. La historia empezaba a interesarme. Una estudiante demasiado mimada. Inteligente y con un cuerpo por el que reto a cualquiera haber visto otro mejor.
- Su Dios, ¿qué aspecto tiene?
- Nunca lo he visto.
- Entonces, ¿cómo sabes que existe?
- Eso es lo que usted tiene que averiguar.
- ¡Ah! ¿Con que no sabes qué aspecto tiene? ¿Ni dónde debo empezar a buscarlo?
- No, en realidad, no. Aunque sospecho que está en todas partes. En el aire, en cada flor, en usted y en mí... y en esta silla.
- Ya.
Así que la chica era panteísta. Tomé nota mental del detalle y dije que haría un esfuerzo por cien dólares al día, gastos aparte y una cena con ella. Sonrió y aceptó en el acto. Bajamos juntos en el ascensor. Afuera anochecía. Quizá Dios existía, o quizá no, pero en alguna parte de esta ciudad con seguridad había un montón de tipos que iban a tratar de impedirme averiguarlo.
Mi primera pista fue la del rabino Itzhak Wiseman, un clérigo local que me debía un favor por haberle averiguado quién le ponía cerdo en el sombrero. Me di cuenta en el acto de que algo no pitaba cuando le hice unas preguntas, porque se azaró mucho. Estaba asustado.
- Por supuesto que existe ya-sabe-quién, pero no puedo siquiera pronunciar Su nombre, de lo contrario me fulminaría en el acto. Entre nosotros, le diré que jamás he podido comprender por qué alguien se vuelve tan quisquillosos al pronunciar Su nombre.
- ¿Le ha visto alguna vez?
- ¿Yo? ¿Está bromeando? ¡Suerte tengo si alcanzo a ver a mis nietos!
- Entonces ¿cómo sabe que existe?
- ¿Cómo lo sé? ¡Vaya pregunta! ¿Podría comprarme un traje como éste por catorce dólares si no hubiera nadie allá arriba? ¡Toque, toque esta tela de gabardina! ¿Cómo puede dudar?
- ¿No tiene ninguna otra prueba?
- Oiga, ¿qué es para usted el Antiguo Testamento? ¿Un plato de garbanzos? ¿Cómo cree que Moisés pudo sacar a los israelistas de Egipto? ¿Con una sonrisa y un claqué americano? Créame ¡no se abren las aguas de mar Rojo con polvo de rascarse! Se necesita poder.
- Así pues, es un duro, ¿eh?
- Sí, un duro. Podría pensarse que con tantos éxitos estaría más amable, pero no.
- ¿Cómo es que sabe usted tanto?
- Porque somos el Pueblo Elegido. Cuida más de nosotros que de todas Sus demás criaturas. Este es un tema que, por cierto, también me gustaría comentar con El.
- ¿Cuánto Le pagáis para ser los elegidos?
- No me lo pregunte.
Entonces, así iba la cosa. Los judíos estaban liados con Dios hasta el cuello. El viejo negocio de la protección. Los cuidaba mientras pasaran por caja. Y por la manera en que hablaba el rabino Wiseman, El encajaba lo suyo. Me metí en un taxi y me fui al salón de billar Dany en la Décima Avenida. El gerente era un tipo pequeñito y sucio al que no podía tragar.
- ¿Está Chicago Phil?
- ¿Quién quiere saberlo?
Lo agarré por las solapas pellizcando a la vez un poco de piel.
- ¿Qué pasa, basura?
- En la sala del fondo –dijo cambiando de actitud. Chicago Phil. Falsificador, asaltante de bancos, hombre duro y ateo confeso.
- El tío nunca existió, Kaiser. Información de buena tinta. Es un bulo. No existe tal gran jefe. Es un sindicato internacional. Casi todo en manos de sicilianos. Pero no hay una cabeza visible. Salvo, quizás, el Papa.
- Tengo que ver al Papa.
- Se puede arreglar –dijo guiñando un ojo.
- ¿Te dice algo el nombre de Claire Rosensweig?
- No.
- ¿Y Heather Butkiss?
- ¡Eh, espera un minuto! ¡Sí, claro, ya lo tengo! Esa rubia teñida que anda por ahí con los tipos de Radcliffe.
- ¿Radcliffe? Me dijo Vassar.
- Pues te está mintiendo. Es maestra en Radcliffe. Estuvo liada con un filósofo durante un tiempo.
- ¿Panteísta?
- No, empirista, que yo recuerde. Un tipo de poco fiar. Rechazaba completamente a Hegel y a cualquier metodología dialéctica.
- Con que uno de ésos, ¿eh?
- Sí. Primero fue batería en un trío de jazz. Luego, se dedicó al Positivismo Lógico. Cuando el asunto le fue mal, inventó el Pragmatismo. Lo último que supe de él fue que había robado dinero para montar un curso sobre Schopenhauer en Columbia. A los compañeros les gustaría ponerle la mano encima, o dar con sus libros de texto para poder revenderlos.
- Gracias, Phil.
- Hazme caso, Kaiser. No hay nadie por encima de nosotros. Sólo el vacío. No podría emitir todos esos talones falsos ni joder a la gente como lo hago si por un segundo tuviera conciencia de un Ser Supremo. El universo es estrictamente fenomenológico. No hay nada eterno. Nada tiene sentido.
- ¿Quién ganó la quinta en Aqueduct?
- Santa Baby.
- Eso sí tiene sentido.
Tomé una cerveza en O’Rourke y traté de hilvanar todos los datos, pero no dio resultado. Sócrates era un suicida, o por lo menos eso decían. A Cristo lo mataron. Nietzsche murió loco. Si había realmente alguien responsable de todo eso, era lógico que quisiera que se guardara el secreto.
Y ¿por qué había mentido Claire Rosensweig acerca de Vassar? ¿Podía haber tenido razón Descartes? ¿ Era el universo dualista? ¿O es que Kant dio en el clavo cuando postuló la existencia de Dios por razones morales?
Aquella noche cené con Claire. Diez minutos después de que pagara ella la cuenta estábamos en la cama y, hermano, te regalo todo el pensamiento occidental. Organizó para mí una demostración de gimnasia que se hubiera llevado la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de la Tía Juana. Más tarde, descansó sobre la almohada a mi lado con sus largos cabellos rubios desparramados. Nuestro cuerpos, desnudos aún, estaban entrelazados. Yo fumaba y miraba el techo.
- Claire, ¿y si Kierkegaard tuviera razón?
- ¿Qué quieres decir?
- Si realmente jamás se pudiera saber. Sólo tener fe.
- Esto es absurdo.
- No seas tan racionalista.
- Nadie es racionalista, Kaiser. –Encendió un cigarrillo-. Lo único que te pido es que no empieces con la ontología. No en este momento. No podría aguantar que fueras ontólogo conmigo, Kaiser.
Se había mosqueado. Me acerqué para besarla cuando sonó el teléfono. Ella contestó.
- Es para ti.

La voz al otro lado de la línea era la del sargento Reed, de Homicidios.
- ¿Todavía a la caza de Dios?
- Sí.
- ¿Un ser Todopoderoso? ¿El Creador? ¿El Principio Universal? ¿El Ser Supremo?
- Así es.
- Un tipo que se ajusta a la descripción acaba de aparecer en el depósito de cadáveres. Mejor que venga a echarle un vistazo.
Era El sin lugar a dudas y, por lo que quedaba de él, se trataba de un trabajo profesional.
- Ya estaba muerto cuando Lo trajeron.
- ¿Dónde Lo encontraron?
- En un depósito de la calle Delancey.
- ¿Alguna pista?
- Es el trabajo de un existencialista. Estamos seguros.
- ¿Cómo lo sabéis?
- Todo hecho muy al azar. No parece que hayan seguido ningún sistema. Un impulso.
- ¿Un crimen pasional?
- Eso es. Lo cual significa que eres sospechoso, Kaiser.
- ¿Por qué yo?
- Todos los muchachos del departamento conocen tus ideas sobre Jaspers.
- Eso no me convierte en un asesino.
- Aún no, pero sí en un sospechoso.
Una vez en la calle, llené mis pulmones de aire puro y traté de poner orden en mis ideas. Tomé un taxi a Newark y caminé cien metros hasta el restaurante italiano Giordino. Allí, en una mesa del fondo, estaba Su Santidad. Era el Papa, seguro. Sentado con dos tipos que yo había visto media docena de veces en las comisarías en sesiones de identificación.
- Siéntate –dijo levantando los ojos de sus espaguetis. Me acercó el anillo. Sonreí mostrando todos los dientes, pero no se lo besé. Le molestó, y yo me alegré. Un punto para mí-. ¿Te gustarían unos espaguetis?
- No gracias, Santidad. Pero siga comiendo, que no se le enfríen.
- ¿No quieres nada? ¿Ni siquiera una ensalada?
- Acabo de comer.
- Como quieras, pero mira que aquí sirven una estupenda salsa roquefort con la ensalada. No como en el Vaticano, donde es imposible conseguir una comida decente.
- Iré al grano, Pontífice. Estoy buscando a Dios.
- Has llamado a la puerta adecuada.
- Entonces, ¿existe?
Mi pregunta les pareció divertida y se rieron. El hampón sentado a mi lado, dijo:
- ¡Esos sí tiene gracia! ¡Un chico inteligente que quiere saber si El existe!
- Moví la silla para estar más cómodo y coloqué mi pierna izquierda sobre el dedo gordo de su pie.
- ¡Lo siento! –dije, pero el tipo estaba que bramaba.
El Papa tomó la palabra.
- Por supuesto que El existe, Lupowitz. Yo soy el único que se comunica con El. Sólo habla a través de mí.
- ¿Por qué usted, amigo?
- Porque soy yo quien lleva el traje rojo.
- ¿Este atuendo?
- ¡No toques con esos dedos sucios! Me levanto cada mañana, me pongo este traje rojo y, de pronto, me convierto en un gran queso. Todo está en el traje. Imagínate si anduviera por ahí en pantalones estrechos y en camiseta, ¿qué sería de la cristiandad?
- ¡El opio del pueblo! ¡Ya me lo temía! ¡Dios no existe!
- No lo sé. Pero ¿qué mas da? Mientras haya dinero...
- ¿No le preocupa que la tintorería no le devuelva a tiempo el traje rojo y vuelva a ser como todos nosotros?
- Utilizo un servicio especial de veinticuatro horas. Vale la pena gastarse un poco más y estar seguro.
- ¿El nombre de Claire Rosensweig le dice algo?
- Seguro. Está en el Departamento de Ciencias de Bryn Mawr.
- ¿Ciencias, dice? Gracias.
- ¿Por qué?
- Por la respuesta, Pontífice.
Me metí en un taxi y crucé volando el puente George Washington. En el camino, me detuve en mi oficina para hacer unas verificaciones rápidas. Durante el trayecto hacia el piso de Claire, aclaré el rompecabezas. Las piezas, por primera vez, encajaban a la perfección. Cuando llegué a su casa, ella llevaba su diáfana bata y parecía estar preocupada por algo.
- Dios ha muerto. La policía estuvo aquí. Te están buscando. Piensan que ha sido un existencialista.
- No, querida, fuiste tú.
- ¿Qué? No hagas bromas, Kaiser.
- Tú fuiste quien lo hizo.
- ¿Qué estás diciendo?
- Tú, angelito. Ni Heather Butkiss ni Claire Rosensweig, sino la doctora Elles Shepherd.
- ¿Cómo supiste mi nombre?
- Profesora de física en Bryn Mawr. La persona más joven que ha llegado a estar al frente de un departamento en esa universidad. Durante la fiesta de fin de curso, te liaste con un músico de jazz que se inyecta mucha filosofía. Está cansado, pero eso no te detuvo. Un par de noches revolcándote con él en el heno y ya te pareció que era el gran amor. Pero no funcionó, porque alguien se interpuso entre los dos: ¡Dios! Ves, muñeca, él creía, o quería creer, pero tú, con esa hermosa cabecita científica, necesitaba la certeza absoluta.
- No, Kaiser, te lo juro.
- Entonces, simulas estudiar filosofía porque eso te da la posibilidad de eliminar ciertos obstáculos. Te deshaces de Sócrates con cierta facilidad, pero aparece Descartes y, entonces, te sirves de Spinoza para liquidar a Descartes y, cuando llega Kant, también tienes que eliminarlo.
- No sabes lo que dices.
- A Leibnitz lo hiciste picadillo, pero eso no fue suficiente, porque sabías que, si alguien oía hablar a Pascal, estaba lista; entonces, también a él tenías que sacártelo de encima, pero allí fue donde cometiste el error, porque confiaste en Martin Buber. Te falló la suerte. Creía en Dios y, por tanto, tenías que librarte del mismo Dios y, por si fuera poco, por tus propias manos.
- ¡Kaiser, estás loco!
- No, nena. Te hiciste pasar por panteísta creyendo que eso te conduciría hasta El, si es que El existía, y existía. Te llevó a la fiesta Shelby y, cuando Jason no miraba, lo mataste.
- ¿Quién diablos son Shelby y Jason?
- ¿Qué importancia tiene? Ahora, de cualquier modo, la vida es absurda.
- Kaiser -dijo ella, presa de un repentino estremecimiento-, ¿me entregarás?
- ¿Cómo no, muñeca? Cuando el Ser Supremo recibe una paliza como ésta, alguien tiene que pagar los platos rotos.
- Oh, Kaiser, podemos escaparnos juntos, lejos de aquí. Sólo nosotros dos. Podríamos olvidar la filosofía. Establecernos en algún lugar y, tal vez, más tarde, dedicarnos a la semántica.
- Lo lamento, nena. No hay trato.
Ya estaba bañada en lágrimas cuando empezó a bajarse la bata por los hombros. Quedó de pronto desnuda ante mí como una Venus cuyo cuerpo parecía decirme: “Tómame, soy suya”. Una Venus cuya mano derecha me acariciaba el pelo mientras la izquierda empuñaba una 45 que apuntaba a mi espalda. Le descargué en el cuerpo mi 38 antes de que pudiera apretar el gatillo; dejó caer la pistola y se dobló con un gesto de total sorpresa.
- ¿Cómo pudiste hacerlo, Kaiser?
Se debilitaba rápidamente, pero me las arreglé para contarle el resto de la historia.
- La manifestación del universo, como una idea compleja en sí misma, en oposición al hecho de ser interior o exterior a su propia Existencia, es inherente a la Nada conceptual en relación con cualquier forma abstracta existente, por existir, o habiendo existido en perpetuidad sin estar sujeto a las leyes de la física, o la carencia de ideas relacionadas con la antimateria, o la carencia de Ser objetivo o subjetivo, y todo demás.
Era un concepto sutil, pero espero que lo haya pescado antes de morir.