7.12.09

El vicio (La conciencia de Zeno - Italo Svevo).


"(...) ¿cómo es posible que alguien como yo no sepa hacer otra cosa en este mundo que soñar o rascar el violín , para lo que no tengo la menor aptitud?

El obeso enflaquecido no se apresuró a responder. Era un hombre metódico y primero reflexionó un buen rato. Después, con tono doctoral muy adecuado, dada su gran superioridad en la materia, me explicó que mi auténtica enfermedad era el propósito y no el cigarrillo. Debía intentar dejar aquel vicio sin proponérmelo. Según él, con el paso de los años habían ido formándose en mí dos personas, una de las cuales mandaba y la otra era un simple esclavo, que, en cuanto disminuía la vigilancia, contravenía la voluntad del amo por amor a la libertad. Por eso, había que concederle la libertad absoluta y al mismo tiempo debía afrontar mi vicio como si fuera nuevo y nunca lo hubiera conocido. No debía combatirlo, sino dejarlo de lado y olvidar en cierto modo abandonarme a él volviéndole la espalda con indiferencia, como a una compañía a la que consideramos indigna de nosotros. Sencillo, ¿verdad?"


[Qué fácil, ¿no..?].

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