26.9.11

El baño


Ya había pasado muchas veces: soñaba con una lluvia, con agua caliente que choca contra el vidrio de una ventana. Con agua que cae sobre la calle. Una lluvia fuerte de verano. Sentía la humedad y me levantaba. Me despertaba agitada, pero no era por miedo ni nada. Es que sentía que me faltaba el aire. Y si hay algo que me molesta es no poder dormir.
Ya había llamado a todos los plomeros, a todos. Y nada.
Había una gota, no digamos agua, sino el ruido de una gota. Cada segundo y medio caía, la hija de puta.
Y no me dejaba dormir.
Y vivo sola: soy la única imbécil que no puede dormir en mi puta casa.
Y bueno, lo que hago es levantarme y cerrar la puerta del baño. Es que la teoría habla de la presión del agua de los edificios. Que la bomba de agua tiene tanta fuerza que rompe el teflón, rompe las cañerías, las válvulas, y también abre grifos.
Cerraba la puerta y me levantaba casi asfixiada. Salía de la cama y me iba derecho al baño. Abría la puerta, prendía la luz y adentro había un vapor tan denso que no me veía las manos. Con esa rejillita de mierda que tiene la ventilación era como si no hubiera nada. El agua caliente prendida, el vapor.
Corría la cortina de la ducha, cerraba el grifo y volvía a dormir.
Eso pasaba hasta ayer.
Hasta que me cansé de levantarme asfixiada. Entonces apagué el calefón antes de acostarme y que saliera el agua, nomás.
Como a las tres de la mañana me levanté con la misma sensación de asfixia de siempre. A través de la puerta de la habitación veo que la luz del baño se cuela por debajo de la puerta. Y el vapor de mierda que lengüetea el pasillo.
Y el calefón apagado.
Y la asfixia.
Pero lo que hago es simple. Le digo dale, bueno, vení.
Y se escucha la cortina de la bañera que se corre, el agua que se apaga, la luz desaparece antes de que la puerta del baño se abra. Después se escuchan unos pasos, el colchón que se hunde en el lado izquierdo.
Y el vapor desaparece. Como si nunca hubiera existido.

[Inspirado en una anécdota de J.G.]