5.1.12

El regreso a casa


            Sube al auto y dice llevame a mi casa, hijo de puta. Arrastra las palabras hasta hacerlas incomprensibles. El auto arranca y el conductor no dice nada. Dale, pedazo de mierda, llevame a mi casa.
            En la radio suena un disco que el pasajero conoce bien. Un tema sucede a otro y sí, es el disco que conoce muy bien. El estéreo muestra dos luces azules que se sacuden al ritmo del auto.
            Mi casa, llevame a mi casa. Y el conductor nunca dice nada. Sólo conduce.
            Contestame, la concha de tu madre. Y el conductor sigue sin decir nada.
            Tomá, mierda, y el pasajero vomita todo lo que contiene su estómago. Vomita una y otra vez. El disco sigue sonando. El disco que el pasajero conoce bien.
            Y mira las dos luces azules que se hacen nítidas hasta convertirse en su equipo de música, el que se ubica al frente de su cama. Suena una música familiar. Las sábanas vomitadas, el piso vomitado, la mesa de luz vomitada. Se limpia la boca con la almohada. Todavía está mareado.
            En ese momento se abre la puerta de su habitación, y es el chofer –sólo ve su nuca anónima- que le avisa que ya llegaron. Y que el viaje cuesta el dinero exacto que tiene en su billetera, monedas más, monedas menos.

[Dedicado a Ramiro Martínez].

1 comentario:

me llaman Flor dijo...

Muy bueno!! En un momento (por lo de las luces azules) pensé que se lo llevaba la cana.
Y obvio: pobre mago!!!!!!!!!!