1.2.16

La guerra y la muerte

En tiempos de Enrique III de Inglaterra, se promulgó una ley que condenaba a muerte a quien "matare, hiriere y mutilare un hada". Como los guerreros estaban investidos de un halo de existencia mítica, el comandante en jefe de su ejército prohibió que se diera muerte a los enemigos en el campo de batalla mediante métodos violentos, es decir mediante el uso de armas de guerra.
En esa primera batalla luego de la promulgación, varios miles de soldados quedaron tendidos en el suelo. A lo largo de varios kilómetros se sentía el zumbido de los gemidos.
Al despuntar el alba, los campesinos de las inmediaciones, no pudiendo soportar ese murmullo, les dieron santa sepultura.
Las crónicas no aclaran si alguno de los enterrados estaba muerto.

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