24.1.07

Cadáver exquisito escrito por dos personas que ya no existen...

Un complot parecía caer sobre nosotros. Alguna especie de fiebre quebradiza provocaba de uno a tres estornudos, seguidos, siempre seguidos.
Afuera, afuera calor. Y una especie de apocalipsis prematuro se notaba en el cielo, en el sol anaranjado, en ojos negros... sin fondo aparente.
Se despidió enseguida, sí, se despidió pronto, muy pronto. Por la puerta salió una sombra y rápidamente entró otra. un almacenamiento de nostalgias, apiladas como en biblioteca y quehaceres domésticos la sobresaltaban.
Su rostro ya no era el mismo, eso mismo, mi rostro ya no era el mismo. Aunque sus labios permanecían intactos, inertes, inmortales, los recuerdo bien, los recuerda bien. Instrumento por donde surgían palabras, letras y sonidos: a, mundo, c, fa, sh, hola, horror, rata, agua, guía, isla, lágrima, más... Sí, variospuntos suspensivos, hasta el silencio tenía color detrás de esos labios, un suspiro materializado y todo lo que de su boca saliera.

Mientras se alejaba del sol final, el frío se le hacía ostensible, un martilleo en las rodillas y hielo en su despertar. Una galleta de cereales secos podrían haber sido su cena por cuatro días, pero ni siquiera.
Eyaculaban sonidos perversos aquellos auriculares de músicas de antaño. El útero de su oído no pudo responder a tamaña insolencia. No por el momento.
Cualquier cosa podría haber provocado su muerte, aun la más sarcástica e ignorante frase de un hijo de puta.
"Vení conmigo, no te vayas..." -eso hubiera querido escuchar y un silencio hizo buscarlo debajo de la cama, esa que ya es de una plaza.
Las incoherencias no hubieran trasnochado sin las presencias en su ausencia, pero ninguna alma allende la conmiseración se atrevió a hacerlo ni por un instante. Conmiseración e incoherencias.
Las voliciones, deliberaciones, voluntades y las literaturas se pusieron de acuerdo: Θάνατος.
La gravedad del asunto ameritó caracteres de otras latitudes que bajaron de su pluma fuente en un acto de deslealtad histórica.
¡Me cago en la deslealtad!
Vociferen todos los dioses paganos del Olimpo, y traten de neutralizarme. Vendrán otros más en su ayuda. La trascendencia es mi fuerte...
Habrá muchas comidas gelatinosas y coágulos cerebrales esperándolos... Έρος tortura; Θάνατος salva...

¿Cómo interpretar la vida? Hay tantas líneas como personas en el mundo, en su mundo, en mi mundo, en nuestro mundo.
El agua, ¿cómo se divide al agua? ¿Por color, por movimiento, por temperatura? ¿Cómo dividimos dos almas? Mmm... ya sé!... como en la fotografía de una película francesa, la división de almas se daba en el mismo instante en que ardía la brasa del cigarrillo en la plena oscuridad, permitiendo ver solo los ojos, las cejas, las pestañas, el contorno, algún cabello, la mueca, el lunar de quien fumaba. Sí, así se dividen las almas, sólo si antes estuvieron juntas, sobrepuestas, sobreexpuestas como se mencionó antes no hubo tal respuesta, la cama fue para uno o para varios, no sé... no sabe, no supe, no supo qué decir. Los estornudos hablaban por sí solos, no respondían a las ganas, ni al polvo, eran de acuerdo a los sentimientos. Uno, dos y hasta tres, seguidos, siempre seguidos.
Alguien preguntó: ¿Me querés? Dos pieles opuestas se entremezclaban dando a luz alguna clase de sentimiento. ¿Me odiás? Sí, con toda mi alma.

La velocidad de la respuesta era a la de la luz como ésta a la del sonido. Casi nula. Nula. Negativa.
"¿Me convidás un poco de tu existencia?"
"...te convido muerte con azúcar, azúcar en terrones sobre un amor en común, azúcar impalpable en la blanca oscuridad de un flash, vanos atardeceres compilados en posición fetal, abortado y luego reanudado con vinagre del bueno: aceto balsámico con existencia dulce e impalpable.
Jugar a un cadáver exquisito con uno mismo, esa es la literatura posmoderma. Yo me vuelvo clásico en una nada y soy el cadáver exquisito con azúcar impalpable.
"Probalo, nunca lo probaste" -dijo un alma que era la existente, la dulce, la de tu respiración que me empaña el brazo y los ojos; la de tu cara de chocolate (sin azúcar) subiendo y bajando, te veo, no te veo, te veo, no te veo... ¡Ahh!
Llegamos juntos a la meseta de la soledad, la del afuera (la mía) y la del adentro (la tuya).
Tres flashes, un cigarrillo prendido, y un alma vacía fumando su volubilidad, su "no"...
El azul (la tarde) y el negro (vos) me electrocutan en un acceso de insensatez morbosa y caníbal. No lo hago: te has dormido, quiero verte despierta, conmigo, en dosis perpetuas...
Un ocasionalismo me premite desprenderme de este logos mientras el brazo sigue empañado, bueno... no puedo escribir por siempre: tomá...

La pluma también tiene sis mañas, como todo... ¿Nosotros también?
Entre pestañas largascula si fueran perfectas, salidas del arte, me decís mil veces sí, me gritás desde tu dulzura impalpable cosas que no alcanzo a entender, acariciás con tus manos la boca que dice no, ahora no, llena de secretos y dogmas cristianos.
¿Serán exquisitos nuestros cadáveres cuando yacen en tumbas separadas?
No lo creo, no lo cree. Largas procesiones de autos negros velaron el polvo, la ceniza compartida de nuestras almas que no serán divididas por la brasa de ningún cigarrillo existente.
¿Me creés? Yo sí, con toda mi alma, ser aún individual.
Mañanas sin sol, con sol, sin lluvia, con lluvia. El azul (la tarde) siempre despertó algo en nosotros, sólo en nosotros, que quedando la ciudad humienta aislada para siempre, mientras dure.
La ansiedad devora eso que todavía aún no tenemos. A veces no lo resisto y caigo triste a unos brazos, tus brazos que me esperan siempre como las primaveras. Situación ridícula: dos hombres, semidioses y una mujer, la niña. Momento irónico: el miedo ante los caminos a caminar. Tu sueño entre mis manos queriendo ser realidad, mis manos en otro cuerpo, vos y yo (como niños), otra vez, invertidos, circular.
Un rompecabezas que lleva tiempo armándose. En la niñez como en la vejez aterra colocar las últimas piezas, una voz en off pregunta por qué no lo hago, voces adultas que siempre necesitan explicaciones. Como soy pequeña, ínfima, no respondo mientras que escondo en lugares impenetrables las últimas reliquias del juego.

Aunque imperceptiblemente, las justificaciones se hacen a un lado como tu boca al decirlo: una lástima: me gustaría escucharlas.
¿Semidioses? ¿Dos? ¡Ja! Vana igualdad, falsa igualdad de condiciones.
La tarde se parece más a la sangre, a la muerte, al azul que sobreviene.
Semidioses... nada que ver.
Si sólo perdura el Dios del tacto, ¿cómo postular la existencia de dos semidioses?
Creo en la trascendencia divina del tacto, creo en el Dios único del sentir compartido, descreo de tus semidioses blanc (os) impalpables, descreo de tus semidioses vedados, descreo de la existencia de algo más que un Dios Absoluto...
Me voy y te marchas hacia imaginarias películas condicionadas, francesas, francesam los mismos rituales...
Tenés un semidios en la mano y otro está acá, ocupado en otras creaciones. Puede ser literatura, podrá ser muerte tuya, odio tuyo, odio a la sustancia blanca como esa oscuridad que se aspira por las mañanas mientras no estás.
Irrisoria la justificación de lo absurdo, blanco el infierno, negra la espera. Negra, te esperan.
Negra,... ya no...

Es sabido, el despertar de la furia de vendavales de preguntas sin respuestas a causa de una no aclaración semántica en un texto que ya no es ficción. (Justificación simplista. si se quiere). Nada va a compartir, no comprender el lugar que se ocupa, zapatillas, zapatos, sandalias, botas. No tiembles, nunca temas por ella, no, no, no...
Ella sabe bien quién es quién, cómo es cómo, cuál es cuál, cuánto es cuánto. Un secreto develado, juega esquizofrénicamente sola a no saber quién es, quién es ella misma, qué busca, ahí mismo están las dudas en un círculo personalmente subjetivo. Escribe sobre tu espalda y tu pecho pistas de un amor, (gime) a tu oído sonidos de aliento, te encuentra en el tacto y se pierde en la mirada.
No desesperes, dice.... tranquila, tranquilo, ya vendrán corriendo a tu encuentro más tardes azuladas a su lado... ¡No duermas en la espera!
Habrá chocolate caliente con azúcar palpable, sí, también para las almas, cama doble en vez de simple y mil cosas igualmente perfectas. ¿Estoy soñando? ¿Estás soñando? No lo sé, pero soñanos lo mismo.

25/09/ningún año.
(Hubo un sol espantoso,
como una premonición).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Comentario de Damned Poet:

Ojito que lo preterito siempre es existente es su confinado pero real rincon del tiempo, luego, de la memoria.
Igual creo que es cierto, por el tono, esas personas no solamente no existen, sino aue estan muertas y pudriendose desde hace un rato.
No resucitaran, no, Lazaro es una leyenda para ninyos y ateos. Los muertos ya no dicen. Habran dicho, y sus sucedaneos (cadaveres exaquisitos o putrefactos) dicen palabras a nadie, nadie las escuchara jamas.
Me dio algo de pena, por las palabras y los candores, leer estas muertes.

Anónimo dijo...

“Aportes para un ensayo crítico del cristianismo” (sic!)

Con las disculpas del autor exquisito, nunca cadáver en estos tiempos; lo parafraseo, parafraseo a Nietzsche, y luego procederé a marcar las distancias (índole, frame), o la distancia que es sólo una: la de los verbos. Para hablarte de eso, pero no tanto!

“Hemos sido lo bastante esforzados, no tuvimos en cuenta a los demás ni a nosotros mismos, durante mucho tiempo no supimos qué hacer de nuestra bravura. Nos tornábamos sombríos, y nos llamaban fatalistas. Nuestra fatalidad era la plenitud; la tensión, la abundancia de fuerzas. Teníamos sed de relámpagos y de actos; permanecíamos muy lejos de la dicha de los débiles, muy lejos de la resignación. Nuestra atmósfera estaba cargada de tempestad, nuestra naturaleza se oscurecía, porque no disponíamos de senda. La fórmula de nuestra felicidad es esta:…”

Del Anticristo.

No sin temor a la ofensa de algún espectro chocado en papel y grabado en letras, voy a tergiversar paradigmas verbales, y más, mucho más…

Fueron lo bastante esforzados, no tuvieron en cuenta a los demás ni a ustedes (mucho menos a “ustedes”) mismos (sí, por separado, que es un noble principio), durante mucho tiempo no supieron qué hacer con su bravura (ahora sólo de bravura están hechos). Se tornaron sombríos, y se llaman fatalistas (una del y por el pasado, otro frente al futuro). Ahora su fatalidad es la plenitud, la tensión, la abundancia de fuerzas (perdidas en abismos). Tenían sed de relámpagos y de actos; permanecen muy lejos de la dicha de los débiles (¿alguien habló de semi-dioses?, en palabras parecen tres, tres que no son más que cadáveres en esas palabras), muy lejos de la resignación (distintas en cada caso). Su atmósfera está cargada de tempestad, su naturaleza se oscureció, porque no disponen de senda. La fórmula de su felicidad es esta: parece que no existe; pero asesinato y suicidio legaron dos nuevas lápidas y sus respectivas y prospectivas sombras.

Analía, y el Anticristo.

Damned Poet dijo...

Me corrijo. Relectura trajo nuevas impresiones. Impresionantes, irremediables. Nada que hacer, ni siquiera en la oralidad coloquial de dos cervezas, pero al menos éstas funcionan en otra lógica. No en la de las cosas remendables, como pantalones gastados, sino en los tiempos y las cosas como artes rupestres medio perdidos, medio contemplados.
Amén.